En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Al aceptar a Jesús como nuestro salvador su Espíritu Santo viene a morar en nosotros y nos ayuda y corrige.
Así mismo la gracia de Dios nos arropa.
Comentarios
Publicar un comentario